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El cine para muchos, debe contener no solamente entretenimiento y sorpresa, sino que también la cuota de reflexión social que haga pensar al espectador desde una óptica risueña, mostrando actitudes y procederes de una sociedad fragmentada y cada día más dividida

En nuestro amado arte, podemos encontrar obras de la talla de "Esperando la Carroza" (Alejandro Doria/1985) o "La Nona" (Héctor Olivera /1979) que contienen aquello que explícita o implícitamente detallan miserias humanas y hacían reflejo permanente en lo que somos.

En los´70 en Italia, el neorealismo generado luego de la gran guerra, tomó otra intención desde pelicular con contenido de comedia, también recurriendo al esquema de crítica social, y ligando aquel estilo con lo nuestro tan emparentado con la cultura itálica, este producto nacional que ingresó en una nueva controversia, generando una nueva grieta inclusive abrodada por el primer mandatario de la nación, pone al mismo en un carácter divisorio que nuevamente lastima a nuestro séptimo arte, hoy tan herrumbrado y casi olvidado.

Una dupla como Mariano Cohn y Gastón Duprat, se pone al frente de la dirección de un film que desde su comienzo orientaría a generar una nueva polémica. Y todo lo polémico resulta redituable y desde ese concepto, lo invertido estaría asegurado. Dos directores que se han encargado de generar trabajos atractivos y muy bien producidos, que provienen de lo experimental e independiente y el oficio, se nota en cada línea que dirigen con inteligencia y respetando el diseño de arte.

"El hombre de al lado", mediante establecer un suspenso particular, la creativa "4x4" y su clima asfixiante o "El ciudadano ilustre" y el entramado de los pueblos y sus vicisitudes demuestran su capacidad. Ambos se embarcaron en una misión fílmica que posee ciertos claroscuros debido a mostrar diversas ideas y situaciones de personajes encuadrándolos en los estereotipos representativos (desde su óptica) de nuestra más profunda idiosincrasia.

 

Cuando un producto tiende a pretender representar a una totalidad de clases sociales, quien lo genera camina por senderos complejos. Una cierta sensación de superficialidad se encuentra montada en las 16 mini películas que constituyen el trabajo, en la representación de muchos integrantes sociales, no llegando tal vez al punto de empatizar con un personaje definido, realizando una muestra mediante sketches muy bien logrados por un maestro del estilo, apostando siempre al método que paga, como el mostrar un absurdo muy típico de nuestro parámetro.

 

De modo entendible los guiones de cada paso de comedia no se profundizarían demasiado en un producto que encuadra en la línea comercial, pero el trabajo no deja de ser interesante puesto que transmite esa cuestión de debate ante nuestra representación como argentinos y nuestra postura siempre límite y casi individualista de las cuestiones que nos traslucen las miserias morales que de modo lamentable acarreamos generación tras generación.

 

Guillermo Francella sin lugar a dudas en un Midas que convierte en oro todo lo que toca. Es pasaje directo al éxito en taquilla y posee un público cautivo que siempre lo seguirá, realice buenas o malas interpretaciones. Incuestionable resulta su histrionismo y su arraigo al métie cómico y dentro de la gama de funciones artísticas que debe abordar no desentona y muestra su abanico de personajes desde un punto dinámico, utilizando el recurso siempre explotado del sarcasmo, la ironía, volviendo a establecerse en su rol actoral que puede gustar o no, puede resultar de una línea politica diferente o no, pero que cuenta con el trascender de su vasta experiencia. El punto de “Homo Argentum”, es el de no ingresar en un conflicto de idea política.

 

Muchas realizaciones terminan destruyéndose por incluir dentro de la consideración de virtudes que podemos realizar, aquel condimento que de modo tangible siempre limita la visión de un producto cinematográfico. Muchas personas se encuentran opinando y tomando partido por una línea de izquierda o derecha. Otras tantas denigrando y mancillando a los directores y al primer actor. Otra vez lo conspicuo y límite. Marca característica de nuestro devenir. En lo particular celebro cada vez que un producto de nuestra factoría se estrena, porque hay muchas personas de técnica, actores en roles secundarios, una estructura publicitaria y de trabajo, que puede tener un respiro en el agobiante panorama de la comunicación y el entretenimiento y más allá de virtudes o defectos de un producto "X", aquella celebración debe estar marcada a fuego en cada expresión de nuestra cultura, sea independiente o producto del mainstream más severo. Un trabajo que resulta un compendio de estereotipos bien nuestro.

 

¿Es buena la película? ¿Es Mala? ¿Francella es una especie de cosplayer de sí mismo? ¿Hay poco ingenio dentro de 16 estructuras argumentales? En lo personal, efectúo crónicas de todo aquello que me parece interesante, comento cine sin ingresar en la crítica, porque no soy quién para dilapidar el trabajo ajeno y la independencia me permite no ganar mucho dinero pero tener la libertad de escribir sobre filmes que considero relevantes. Todo es subjetivo en el campo de los gustos, y estoy persuadido de que leer cine y sus diversas opiniones, sirve en el campo necesario y cada día más lejano del análisis y el pensamiento, es transversal a cualquier obra que se aborde mediante un comentario. Siempre ruego que no se genere una carnicería despiadada con todo aquello que no se vincule a nuestro pensamiento. Pero otra vez, vuelve a suceder el mismo esquema repetitivo, que parece interminable y ligado al eterno loop argento: Vamos a destruir todo aquello que no concuerde con lo que pensamos. Como "Homos Argentum" que somos.

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