Esta visión, más flexible y amable con uno mismo permite que la persona se permita pensar muchas cosas (no importa la valencia, positivo o negativo), hacer y sentir aceptando con menos juicio lo que le sucede. De algún modo suspender el juicio acerca de sus acciones, pensamientos o emociones. De lo contrario ‘autocompasión’ quedaría relegado a términos dicotómicos y extremistas solo para pensarse...
Es algo habitual ya escuchar en el ámbito psicológico, e incluso entre pacientes, familiares, y toda la comunidad, hablar de “problemas de autoestima” como causas de otros problemas. Entendida socialmente como aquellos aspectos positivos que la persona destaca de sí misma, dejando fuera los aspectos que no le agradan o le causan displacer. Este concepto tan extendido en toda la cultura, no solo es disfuncional, sino que puede llevar a muchas confusiones y malinterpretaciones a la hora de afrontar situaciones. Incluso los mismos profesionales en el campo de la salud mental lo usan indiscriminadamente como si fuera una “entidad” a la cual hay que “atacar”, “reforzar”, “mejorar”, etc., y debo alertar sobre los peligros que esta creencia conlleva. En la clínica se escucha mucho en las consultas que los pacientes dicen “es por mi autoestima baja”, “mis amigas me dicen que mi autoestima es baja”, “mi amigo me dice que no tengo autoestima”, y frases del estilo. Nada más erróneo que eso.
Si entendemos la autoestima en términos de VALENCIA positiva, es decir, aquellos aspectos que LA PERSONA considera positivos, vamos a saber que también su ánimo, pensamientos y conducta, van a depender de la percepción del momento, entonces aquellos aspectos displacenteros o que considere negativos acerca de sí misma van a quedar por fuera de la autoestima volviéndose una fuente de “ataque” a la misma. Pero para no seguir escribiendo sobre un concepto o constructo sin contundencia científica ni investigación suficiente, los terapeutas cognitivo conductuales, quienes también administramos componentes y tratamientos de tercera ola, le hablamos a nuestros pacientes de AUTOCOMPASIÓN, O COMPASIÓN, EMPATÍA, consigo mismos, es decir, no importa la valencia positivo o negativo de lo que sucede o “supuestamente atente al autoconcepto”, animamos a nuestros pacientes a que tengan empatía con ellos mismos, sea lo que sea que piensen, hagan o sientan. Esta visión, más flexible y amable con uno mismo permite que la persona se permita pensar muchas cosas (no importa la valencia, positivo o negativo), hacer y sentir aceptando con menos juicio lo que le sucede. De algún modo suspender el juicio acerca de sus acciones, pensamientos o emociones. De lo contrario “autoestima” quedaría relegado a términos dicotómicos y extremistas para pensarse, cuestión para nada funcional a la hora de afrontar situaciones. Ej.: “Si me va bien en tal parcial, soy tal cosa…”, razonamiento disfuncional, ya que apuntando a valores y teniendo más empatía observamos que es más funcional pensar en que la persona actuó de acuerdo a sus valores (yendo a rendir por una carrera que le gusta en el ejemplo) y no tanto en la nota que no solo mide el parcial sino su “amor hacia sí misma” por así decirlo.
Por lo expuesto considero disfuncional y extremista (dicotómico), blanco o negro, seguir pensando a la autoestima en estos términos. Las nuevas investigaciones en terapias basadas en la evidencia (cognitivo y conductuales) apuntan a la EMPATÍA como una actitud de aceptación para con uno mismo, aceptando lo que sucede en el pensamiento, emociones, y lo que uno hace. Los tratamientos de ACT, aceptación y compromiso trabajan mucho con estos conceptos, como valores, acciones enfocadas en ellas, y autocompasión, distanciamiento de los pensamientos proponiendo pensarlos como hechos mentales, y no como la realidad en sí misma.
Mucho para decir, pero una breve introducción al concepto de AUTOCOMPASIÓN.