Constelaciones es una modalidad para sanar los vínculos que ya muchas personas conocen. Llegaron a la Argentina de la mano de Tiu Bolzmann que trajo a Bert Hellinger, el creador de esta forma de sanación, a fines del año 1999. Y a partir de entonces se difundió ampliamente en toda la Argentina.
La célula madre de los vínculos es Padre-Madre-Hijo/s-(hermanos), y este modelo se repite formando los sistemas familiares. Si estos vínculos primarios están en conflicto, mal se puede mirar a la propia vida. Primero vienen los padres, que están detrás de los hijos que vienen después. Si los hijos no toman a sus padres con lo bueno y con lo malo, sin juzgar ni perdonar, sino tal cual son, tal cual hicieron o no hicieron; mal pueden mirar su propio camino de vida que es hacia adelante. Si los hijos viven criticando y quejándose de los padres, que son los únicos y verdaderos que tienen y que, según la visión transpersonal los eligieron, siguen mirando hacia atrás y se pierden ir hacia adelante.

 

Les comento una constelación: Una joven, María, se siente muy confundida porque siempre trabajó en relación de dependencia. En un momento decide aprender una disciplina que le sirve para trabajar en forma independiente. Siente que lo que aprendió le gusta mucho y que tiene mucha capacidad para realizarlo, pero… ahí le aparecen las dudas y los miedos. Se dice que el trabajo dependiente es más seguro y empieza a desconfiar de lo que aprendió: que si va a poder, que si es capaz y todo eso la saca de su eje y la coloca en una posición de víctima.

 

En la constelación se ponen representantes para la posición dependiente y la independiente. Se van dando movimientos espontáneos en los representantes de acercamiento y alejamiento y María muestra su confusión y angustia.

 

Se ponen representantes para su padre y su madre y ahí está el conflicto. A María se le va la mirada hacia su padre, a quién vio muy poco en su vida porque sus padres se separaron cuando ella era pequeña y él se fue a vivir a otro país. Sin embargo, María siente que la fuerza y la seguridad le viene de la línea paterna, la que estaba excluida del sistema.

 

También se ponen representantes para los abuelos paternos y maternos y María siente que también su abuelo paterno, a quien no conoció, le transmite fuerza. Todo bien, pero cuando está frente a la representante de su madre, María se siente enojada. Su enojo se va transformando a través de frases sanadoras y gestos de honra y toma a su madre con lo bueno y con lo malo.
Cuando deja a sus padres y se vuelve a encontrar con lo dependiente y lo independiente, el conflicto está resuelto y se da cuenta que puede ejercer lo que aprendió sin miedos y con entusiasmo.