TALLER CONSTELACIONES FAMILIARES
Hoy sábado 12 de octubre
15 a 19 hs
Inscripción previa con reserva
Valor total: $10.000
11-6552-6589
(Whatsapp)
Caballito-CABA
Cuando hablamos de Los Órdenes del Amor y Constelaciones Familiares decimos que una de las leyes que rigen los sistemas familiares es la ley del número completo o ley de pertenencia. Esto quiere decir que todos los miembros de un sistema familiar deben ser reconocidos en su lugar y jerarquía sin importar su condición moral. Y cuando se dice todos los miembros, se refiere a los vivos y a los muertos.
Los muertos, en ocasiones, tienen más importancia que los vivos; del mismo modo lo que ya no está o se terminó. Lo que se terminó, algo como una relación que implica que alguien ya no está, aunque esté vivo; y esto para ambas partes de la relación. Es importante que ambos puedan duelar esa pérdida, si así se siente; y de no ser sentido como pérdida sino como algo que debía terminar, es bueno cerrar esa relación con reconocimiento y agradecimiento, caso contrario queda como una puerta abierta que debería estar cerrada.
En el caso de los seres queridos que se han ido, lo que cuenta es reconocerlos en su jerarquía y lugar, aceptar que han partido, despedirse y dejarlos ir y saber que “en un ratito” (cuando llegue la hora de irse) se volverán a encontrar.
Les comento una constelación de una mujer de cuarenta y cinco años que hacía ocho años perdió a su padre. Ella no pudo despedirse y siente aún el dolor de su pérdida.
En la constelación ella muestra su dolor como si fuera una pérdida reciente. Lentamente, tomándose su tiempo, se va conectando con su padre, a través del representante del mismo, y puede transmitirle todo su agradecimiento por el apoyo que le brindó en su vida y de este modo se va aliviando su pena hasta poder despedirse y dejarlo ir. Todo esto es un proceso lento porque las emociones tienen que hacer su camino y lo hacen con tiempos pausados. Pasar del dolor profundo a la aceptación y de ahí al alivio implica todo un recorrido que en una constelación se va vivenciando y es efectivo.
Es bastante habitual que se presenten casos de pérdidas no resueltas en los talleres y cada una es un trabajo único porque cada sistema familiar es único y las despedidas también son únicas para cada persona porque cada uno tiene una historia diferente y se sostiene en un sistema de creencias personal.
Ahora comento una constelación en la que se hace presente lo transpersonal en el sentido de considerar la existencia actual como un vestido del alma que ya ha vestido muchos en la milenaria trayectoria de vidas.
Desde esta visión el alma no muere nunca, sólo el cuerpo sigue un proceso que inicia con el nacimiento en este mundo y termina cuando llega la hora de dejar esta existencia. En cada existencia el alma continúa su evolución y aquellas cuestiones no resueltas en una vida, continúan estando vigentes en la próxima. Si una relación no puedo terminarse bien volverá a repetirse quizás en otros roles, pero el sentimiento que los unía o desunía continuará hasta que se resuelva saludablemente para todos. Esto se ve con claridad en las constelaciones.
Es el caso de María, una mujer que no puede dejar de llorar a su pareja que murió hace diez años. Se puede decir que es un duelo patológico en términos psicológicos; sin embargo, cuando hacemos la constelación aparece el dolor de esta mujer como si la muerte hubiera sido ayer. No se observa como una persona desequilibrada, sólo es este dolor insuperable. Entonces ahí aparece esto de que el marido no es el marido sino un alma que fue un amor importante en otra existencia y que tampoco pudo duelarse. Ponemos un representante en el piso que representa un muerto, no sabemos quién, y la mujer se acuesta al lado y lo abraza; se ve un fuerte sentimiento amoroso entre ambos que quieren estar así entrelazados. Esto sucede por un largo rato hasta que pueden empezar a separarse. No importa quienes fueron en otra existencia, ¿hermanos, hijo, madre, pareja? Lo que sí importa es que puedan despedirse y dejar ir al otro, es decir, aceptar lo que es. Cuando no se puede aceptar la realidad de que la muerte también existe y que una separación también es una pérdida, se entra en un estancamiento del dolor que se hace eterno y sin salida.
Lo que se pierde, se pierde; y hay que hacer un proceso de despedida, aceptación y pasar por diversas emociones relacionadas con esta circunstancia. Cuando esto termina, María puede volver a mirar al representante de su marido, y recién entonces, despedirse y dejarlo ir. Ahí comienza su duelo que le llevará su tiempo; esto se le advierte a María, que ahora estará triste, pero no desesperada y sin consuelo. Al mismo tiempo este proceso será mucho más llevadero después de haber vivido la experiencia en la constelación.
Lo comentado es sólo una muy breve reseña sobre constelaciones para mostrar cómo se trabaja, pero la vivencia es lo necesario para captar la profundidad y eficacia de este trabajo.