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¿Destruir para construir? 

Como si en las próximas elecciones presidenciales nos encontráramos en un país compuesto de cosas que pudieran dinamitarse, y no de vidas que pudieran derrumbarse

Por Pablo Medina / DM23

Si viésemos a una persona descargar su bronca golpeando una pared, no sería tan extraño y alarmante como si viéramos a esa misma persona desear golpearla hasta su derrumbe, sin medir siquiera el desplome de la estructura bajo la cual se encontrara. 

 


Así se observa la intención de voto luego de las PASO, como si el descontento por la ineficacia tanto del actual gobierno como del anterior, funcionara a modo de brote demoledor, deseando dinamitar hasta no dejar nada en pie, siquiera aquello que beneficia, protege, sostiene, dignifica y pertenece.  
"Destruir para construir", como si tratara de un país compuesto de cosas que pudieran dinamitarse y no de vidas que pudieran derrumbarse. Porque el mercado no tiene patria, pertenencia, ni sentido comunitario. Se protege solo a sí mismo, nutriéndose de individualismo capitalizado, por encima de toda necesidad colectiva.  

 


Porque además, en países desarrollados hace décadas la Salud es gratuita y estatal. Porque entregar el destino a las leyes del mercado es descender a vivir bajo la ley de la selva, del más fuerte, haciendo vulnerable a toda persona que solo cuente con su fuerza de trabajo como único capital. 

 


Ningún país podrá mejorar generando nuevos desocupados por despido, ni vendiendo sus empresas, ni entregándose entero a los intereses del capital privado. Muchos de los irritados que en octubre voten a Javier "Mercado", al año serán posibles opositores perdiendo su vida en cualquier plaza. Porque las medidas hoy propuestas, no harán más que aumentar el descontento social cuando ya aplicadas multipliquen desprotegidos al borde del sistema. Porque la propuesta no es nueva, Argentina la vivió por vez primera en la segunda mitad de los años setenta y solo se concreta con fuerte represión a toda oposición a ella. Porque la idea no trata de mejorar la calidad de vida de la mayoría sino de beneficiar minorías locales o extranjeras, deseosas por usufructurar las riquezas de un país, de su Estado. 

 


Vamos transitando el período en que se elige nuestro futuro. Saber dónde nos encontramos social y políticamente parados se torna imprescindible, pero existe un sector de la población que es indefinido, electoralmente volátil, y que hoy pareciera elegir su futuro sometimiento, ya que este sector es quien siempre termina definiendo toda elección, incluso la suicida. 

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