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Magia sutil, que en el caso de la radio debe lidiar con la espectacularidad de las pantallas, la imagen que acapara sentidos y embute a cada uno bajo el dominio del entretenimiento, del manejo entre otras cosas de nuestro tiempo, o como decía Guy Deboard: "El espectáculo es, en general, como inversión concreta de la vida, el movimiento autónomo de lo no viviente." (...) Pero como toda artesanía, la radio es y será un vehículo de regreso, porque ella posee ese único cuerpo esencial a trabajar, pulir y revelar:

el color humano hecho voz

La radio, es el primer medio de comunicación que transportó voces replicando a aquellas ancestrales reuniones en que grupos humanos escuchaban relatos, enseñanzas, y por la cual la humanidad construyó cultura.

Ella generó nuevas reuniones alrededor suyo. El mundo modernizó la tradición oral y se hizo presente más que nunca, se impuso como fuente y tronco del encuentro masivo, abierto a la imaginación y la interioridad.

Ya la lectura había desencadenado el pensamiento hecho papel, siglos después solo la aparición de la radiodifusión reinstaló al habla como único elemento comunicacional. Al día de hoy mantiene esa propiedad intacta como patrimonio, ya que la escucha reclama para sí misma un grado de atención que la imagen no requiere: cine, televisión, video, fotografía, gráfica y dibujo, gusten o no, siempre seducen.​ Porque hay diferencia entre simplemente mirar a Ver, mirar al abrir párpados o Ver al abrir almas. Pero cuando solo somos receptores la exigencia de escuchar es mayor. Oír, es percibir sin necesariamente comprender, pero escuchar reclama una apertura semejante al de Ver, incluso es lo mismo solo que de otra forma.

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Tal como en la música, cuando deja de ser repetitiva requiere del intelecto, del apreciar diversos sonidos que convergen en la magia que nos atraviesa, y también altera. Que se captan solo con la participación del silencio. Magia sutil, que en el caso de la radio debe lidiar con la espectacularidad de las pantallas, la imagen que acapara sentidos y embute a cada uno bajo el dominio del entretenimiento, del manejo entre otras cosas de nuestro tiempo, o como decía Guy Deboard: "El espectáculo es, en general, como inversión concreta de la vida, el movimiento autónomo de lo no viviente."

La radio es magia, como la fotografía blanco y negro lo es ante la color. Porque la voz no posee el impacto de la imagen, su riqueza radica en que no abstrae ni engulle, conecta subjetividad. Es elemento de comunicación libre de escenarios. Posee la cercanía e intimidad del habla, ese registro cálido e inmediato sobre quienes somos en el contexto universal. Debiendo ella bancársela sola frente a la atención de los oyentes. Ser captada por todo aquel que se encuentre dispuesto como receptor activo en el pensamiento.

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Ella es hoy junto a la palabra impresa la artesanía comunicacional de este presente. Es nuestra foto en sepia, nuestro cine mudo, nuestro dibujo o pintura al óleo. No requiere de maquillaje, solo de apertura.

Como toda artesanía es y será un vehículo de regreso, porque ella posee ese único cuerpo esencial a trabajar, pulir y revelar: el color humano hecho voz. 

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