Volviendo al paciente que consulta en una psicoterapia, el mismo se encuentra con carga energética puesta en sus heridas emocionales. Su relación con el medio se produce, por lo general, desde estas heridas y desde las respuestas defensivas que haya aprendido cada uno a fin de defenderse de este dolor. Las heridas se produjeron en la vida en relación a la vivencia del amor y/o desamor de cada uno, y la sensación de seguridad que haya adquirido o no. Esto opaca su estado interno, que se ve teñido de sentimientos disfuncionales los cuales a su vez impiden la conexión real consigo mismo. Así, el aspecto esencial está oculto la mayor parte de las veces y los seres humanos no nos conocemos a nosotros mismos.

La voluntad también ha perdido su capacidad de acción y puede que esté debilitada, como en casos de depresiones y/o adicciones, o sobre exigida tratando de responder a mandatos externos que la persona “cree” que debe cumplir, para “ser bueno”, para “ser exitoso”, para “complacer a otros”, etc. De esta forma también puede llegar a debilitarse y se entra así en un círculo vicioso. La persona se siente vacía y sin fuerzas, pero se encuentra atrapada en estas exigencias y no sabe cómo salir y conectarse consigo misma. En la mayoría de los casos ni siquiera se da cuenta de que no está en contacto con su interior. La voluntad debería actuar según los deseos propios y no influenciada por emociones o pensamientos disfuncionales porque, cuando esto ocurre, no puede ejercer su verdadera acción. El uso de la voluntad implica “esfuerzo”, que es diferente a “exigencia”. El esfuerzo es el trabajo que se realiza en busca de la satisfacción de una meta autoperseguida; por lo tanto, su logro produce placer.  Por ejemplo, estudiar algo que nos cuesta pero que nos gusta, o que es importante para nuestra profesión. El logro nos produce agrado, en cambio la autoexigencia provoca la sensación de que nada es suficiente y genera malestar porque se está tratando de cumplir mandatos ajenos que hemos internalizado pero que no necesariamente son elección propia. Obviamente esto funciona a nivel inconsciente.

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En algunos casos encontramos angustia por no poder hallar un sentido a la vida. Esta ya no es una angustia de índole emocional, sino que es más bien existencial. Algunas veces se observa en personas que “aparentemente” tienen todo y están bien, pero comienzan a darse cuenta de que se sienten vacíos. En este nivel ya estamos hablando de la desconexión con la propia esencia y la necesidad de encontrar un sentido trascendente a la existencia.

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