De tanto viaje y tanta vida logró el equilibrio entre lo interno y lo externo, fuera de ambigüedades que puedan poner en jaque su misión como embajador del blues latinoamericano y transmisor de pensamientos.
Alma, cuerpo y corazón para un género, un estilo que excede a cualquier método o forma musical: el de ser humano.
Gabriel se marchó hace mucho tiempo de su barrio, pero como sostenía el gran Aníbal Troilo, bandoneonista y porteño en su creación llamada “Nocturno a mi Barrio”: “Alguien dijo una vez, que yo me fui de mi barrio… ¿Cuándo? ¿Pero cuándo? ¿Si siempre estoy llegando?...”
Villa Urquiza posee una cadencia especial en lo referente al arte. Por cierto, desde esa barriada porteña han surgido grandes artistas que, entre empedrado y asfalto, caminaron sus calles en la búsqueda de la inspiración necesaria en la urgencia que posee el alma de muchos cultores de lo trascendental que resulta la música.
Y entre esquinas ventosas y casas pintorescas, surgió un Blusero. Corrían con apuro los finales de una década a todo motor como la de los 80´y desde las más profundas ilusiones, paralelamente con una estrategia de trabajo planificada, a un joven guitarrista se le ocurre mostrar un ritmo de profundidad y trascendencia de un modo único y sincero.
Recuerdos de infancia, momentos de amistad y el anhelo de tiempos pasados se convierten en su refugio, ofreciéndoles un consuelo momentáneo en medio de la incertidumbre. Sin embargo, a pesar de sus esfuerzos por reconectar, enfrentan una creciente sensación de incomunicación en sus relaciones. Se dan cuenta de que la rapidez y superficialidad de la era moderna ha erosionado la profundidad y la autenticidad en sus interacciones, dejándolos a la deriva en un mar de desconexión emocional.
Así comenzó a desandar un sendero a través de una agrupación dispuesta a hacer girar la rueda de un ritmo que insinuaba hacerse importante dentro del esquema musical nacional. Asomaba una nueva década y la explosión de aquel genero de temática universal mostro exponentes de jerarquía y calidad. Dentro del circuito de bares y teatros, Los “Delta Blues” lograron a través de trabajo posicionarse como una banda referencial. El musico desarrolló de menor a mayor todo lo aprendido de su maestro, Miguel “Botafogo” Vilanoba, construyendo un argot de canciones que se emparentaban con lo blusero, pero que poseían ese toque tan especial que siempre brinda el rockero argentino al ejecutar estilo de música foránea.
Cinco discos en el haber de aquella banda que a pura fuerza fue sorteando las dificultades, generando productos honestos y miles de presentaciones en diversos lugares del país fue el resultado concreto de la acción. Hasta que un comentario del gran Robert Cray, le disparo el sentido de la curiosidad: Aquella que, como sostiene el dicho, “mato al Gato”. En el guitarrista, lo llevaría por nuevos y desconocidos caminos al decidir probar suerte con su arte en Europa. Italia fue el lugar elegido y en conjunto con su familia, allá fue al abordaje de un nuevo capítulo en su historia.
Gabriel Delta posee una particularidad, una diferencia entre los actuales artistas que desarrollan el género citado: La profundidad desde las letras de sus canciones. Las mismas, en conjunto con la siempre presente reminiscencia de su lugar de origen, resultaron carta de presentación dentro de un esquema que en otras latitudes requieren la excelencia a la hora de considerar a un artista como tal. Así comenzó a compartir escenario con Bluseros de primera línea, desde James Cotton hasta la Blues Brothers Band, pasando por los mitológicos B.B.King y Taj Mahal. Su singularidad no solo la transmite en la línea eléctrica musical, también en lo profundo e intimista del Blues Roots, generando registros por demás interesantes y sentidos.
Las profundas raíces latinas que viven en él generaron interés hacia su arte en el extranjero, resultaron marca registrada de su personal estilo, que junto con “The Hurricanes” y en su carrera exclusivamente solista, dejaron como saldo siete registros, logrando abrir puertas de desarrollo real ante un público que siempre aceptó con beneplácito su línea musical.
Su alma está construida con conceptos puros del blues más profundo. Desde su compromiso y su crítica al sistema social alienante y separatista, logró internamente consolidar una necesaria faceta: la de la espiritualidad. Por su camino se cruzaron diversos maestros, resultando guías explícitas para sostenerse dentro de una estructura que devora ideas y conceptos: a través de su postura y sus manifiestos consigue llegar a quien lo escucha mediante un reflexivo mensaje cargado de realidad pura, y esa métrica estructural dentro de su personalidad resulta uno de los secretos de su éxito como artista comprometido con el prójimo y sus circunstancias.
Hugo Bertone / DM23