

La Biblia ni siquiera menciona su número. La suposición generalizada de que eran tres Reyes Magos (atribuida a Orígenes) se basa en el número de sus regalos al Salvador: Oro, simbolizando la realeza del recién nacido; Incienso, simbolizando el aroma utilizado en el sacerdocio a quien sería el nuevo y primer sacerdote; Y mirra, perfume utilizado en funerales, simbolizando el paso al que estaba destinado a experimentar el Hijo de Dios en su condición
también humana
A pesar de su gran popularidad, la historia de los Reyes Magos que llevan sus regalos al recién nacido Cristo, prácticamente no tiene respaldo en el Evangelio. Todo lo que sabemos sobre estos personajes tiene su origen en la literatura cristiana primitiva y adquirió su forma actual en la Edad Media.
La Biblia ni siquiera menciona su número. La suposición generalizada de que eran tres Reyes Magos (atribuida a Orígenes) se basa en el número de sus regalos al Salvador: Oro, simbolizando la realeza del recién nacido; Incienso, simbolizando el aroma utilizado en el sacerdocio a quien sería el nuevo y primer sacerdote; Y mirra, perfume utilizado en los funerales, como obsequio simbolizó el paso al que estaba destinado a experimentar el Hijo de Dios.
Sin embargo, hay muchas tradiciones que indican un número mayor a tres. Por ejemplo, los armenios y los sirios creen que eran doce Reyes Magos que llegaron a Jerusalén con un gran séquito.
En el Evangelio, los Reyes Magos son designados con la palabra griega “μάγοι”, que en la tradición latina suele traducirse como “magi” (magos). En la literatura antigua, existen dos significados de este término: sacerdotes zoroastrianos de origen persa y astrólogos babilónicos que forman un grupo ocupacional separado. La tradición del origen persa de los Reyes Magos se encuentra principalmente en la iconografía bizantina. El arte europeo o bien no menciona su etnia, o bien la correlaciona completamente con el Oriente árabe o bizantino. San Gregorio, el Teólogo, consideraba a los Reyes Magos como astrólogos caldeos.
Según San Mateo, los Reyes Magos vivían en algún lugar del Oriente. El hecho de que siguieran la estrella de Belén durante unos cinco meses hace pensar a los estudiosos de la Biblia que podrían haber vivido en Babilonia, Mesopotamia o la India.
La posibilidad de que apareciera una estrella inusualmente brillante que condujera a los Reyes Magos hasta Jesús no sólo no se contempla, sino que los investigadores la explican. Por ejemplo, el astrónomo Johannes Kepler escribe sobre la conjunción periódica de Júpiter y Saturno en la constelación de Piscis, que se acercan sincronizadamente a Marte y dan lugar a un fenómeno celeste brillante.
Desde los primeros tiempos del cristianismo existen diversas versiones sobre el momento en que los Reyes Magos visitaron al Niño Jesús. Según la antigua leyenda oriental, la adoración de los Reyes Magos tuvo lugar antes de la huida de la Sagrada Familia a Egipto.
Sin embargo, existen muchas otras fechas para este acontecimiento. Justino Mártir escribe que “inmediatamente después de su nacimiento, los magos de Arabia vinieron a adorarlo, habiendo ido primero a Herodes, que entonces reinaba en vuestra tierra” (Diálogo con Trifón, 77).
Según San Juan Crisóstomo, la estrella se apareció a los Magos antes del nacimiento de Cristo. “Los Magos no fueron a ver a la Madre durante el parto, ni sabían el momento en que ella dio a luz. No tenían, por tanto, motivos para sacar conclusiones sobre el futuro basándose en el curso de las estrellas. Al contrario, viendo una estrella que apareció en su tierra mucho antes del nacimiento de Cristo, fueron a ver a Aquel que había nacido” (San Juan Crisóstomo. Interpretación de san Mateo Evangelista, 63).
Otros autores antiguos, como Eusebio Pamphili (Historia Eclesiástica, Libro I), creen que el culto a los Magos tuvo lugar aproximadamente en el segundo año después del nacimiento de Cristo.
Como los nombres de los Reyes Magos no aparecen en la Biblia, es imposible saber con exactitud cuáles eran. Según la versión más popular, procedente de las tradiciones eclesiásticas y apócrifas del Occidente medieval, se llamaban Gaspar, Melchor y Baltasar. En concreto, son estos los nombres que aparecen en el mosaico de Rávena de Sant'Apollinare Nuovo. Aparecen por primera vez en los escritos del monje benedictino Beda el Venerable (hacia el siglo VI).
La literatura cristiana primitiva ofrece otras versiones, según las cuales los nombres de los magos eran Abimelec, Ahuzzath y Phichol (Orígenes); Hormizd, Yazgerd y Peroz (la tradición siria), etc. Las tradiciones griega y judía también tienen sus propias versiones. Según una teoría del obispo Cesáreo de Arlés, los Reyes Magos eran reyes de Oriente. La idea de que los Reyes Magos eran reyes se estableció en la Europa medieval después del Siglo IX. Tradicionalmente, se cree que Melchor era el rey de Arabia, Gaspar era el rey de Tarso y Baltasar era el rey de Etiopía.
Con el desarrollo de la imagen iconográfica de los Magos, comenzaron a representarse como representantes de tres grupos de edades diferentes (Gaspar como joven, Baltasar como hombre de mediana edad y Melchor como anciano). En la Era de los Descubrimientos, los Magos se convirtieron en símbolos de tres partes del mundo (Europa, África, América) y de tres razas humanas: blanca, negra y asiática. Esta interpretación aparece solo en la historia moderna, mientras que los magos siempre han representado figurativamente el mundo pagano.
Según la leyenda, los Reyes Magos fueron bautizados por el apóstol Tomás y se unieron a él en la predicación del evangelio. Después de años de vida justa, aceptaron el martirio en los países orientales. Sus reliquias fueron encontradas por la emperatriz Elena, quien las llevó a Constantinopla. En el siglo V, las reliquias de los Magos fueron trasladadas a Mediolanum (Milán) y en 1164, a petición de Federico Barbarroja, a Colonia, donde se conservan en un relicario dorado de tres partes en la catedral de Colonia.





