

El término “Rati”, es usado en nuestro país para denominar desde el lunfardo a un agente de las fuerzas policiales. Palabra abyecta que cargan aquellos que no condicen con la consigna de protección y servicio y desde el uso de poder convierten el abuso en moneda corriente
El Rati Horror Show (2010):
Un método de la oscuridad y el garantismo
Comentario Cinematográfico:
Hugo Bertone
Ingresando en un análisis de hechos y procederes en la historia contemporánea de la fuerza y sus actitudes, esta obra constituida en modalidad documental resulta ser un breve compendio del accionar inescrupuloso y permisivo de aquel que posee “autoridad” y sus metodologías oscuras y siniestras, acompañadas por el garantismo judicial que parece no tener fin, demarcando un hecho de minuciosa investigación a cargo de su guionista y director, Enrique Piñeyro, un francotirador de cuestiones sociales que entroniza y delinea un capítulo de nuestra historia contemporánea que aún continúa impune, irresoluta, negra, mediante el accionar de ciertos integrantes de las fuerzas de seguridad.
El trabajo relata la historia de Fernando Carrera, un común joven que resulta condenado injustamente a treinta años de cárcel, desde un caso que se definió como "La masacre de Pompeya", el cual de modo y forma deliberada y en complicidad con un poder judicial corrupto, conducen al director de la obra a delinear una investigación certera, lógica y valedera.
Las tramas ocultas de un sistema acéfalo de verdades y protector del poderoso se van abriendo camino desde tramas narrativas oficiales, tomando alta trascendencia el juicio de los medios de comunicación y su influencia – una vez más – en el devenir de construir una realidad, imponerla y priorizarla.
Uno de los grandes aciertos a la hora de estructurar esta obra, es aquel que demuestra cómo un director de cine en compañía de su equipo de producción pueden reflotar una injusticia y darle luz, como aquel muchacho que a través de leer una antigua biografía dormida en mesa de saldos, descubrió la situación de vida de Rubin “Huracán” Carter, boxeador afroamericano que a fines de la década de los 60, fue injustamente acusado de asesinato, y decidió ayudarlo mediante sus tutores, en la grandiosa “Huracán" ( Hurrucane/1999/N. Jewison).
Así se lo propone Piñeyro, conocedor en carne propia de las vicisitudes de los carriles del entramado irresponsable que en diversas entidades o lugares se suceden; intentar acercar claridad al caso desde el sentido más difícil de poner en práctica: el común.
Alegatos e informes periodísticos van atravesando las secuencias dolorosas per se, mezclados con la teoría Piñeyro, muñecos representando a jueces y fiscales, de clara alusión a un poder mezquino y poco claro, grabando su propio detrás de la escena, y recurriendo al recurso de la ironía para mostrar los hechos, causas y consecuencias del mal proceder, conforman un documento vivo casi atemporal, de recuerdo también hacia personas desaparecidas en democracia por el fatídico accionar de un sector policial.
El destapar ollas rancias sabe a justicia en muchos casos, y desde un trabajo bien estructurado, de narrativa contundente desde un engranaje didáctico, sabiendo exprimir muy prolijamente la digitalización como recurso explicativo y práctico, la obra, demoledora de argumentación falsa, pone de manifiesto la caída de la famosa “portación de cara” para dar paso al darnos cuenta que vivimos en zozobra permanente dentro de un sistema, el cual no ofrece las garantías necesarias, el cual nos alerta que en un segundo puede cambiar la trayectoria de nuestras vidas.
Como la de Fernando Carrera, que durante muchos años tuvo que purgar prisión efectiva a partir de un fallo impuesto a la ligera, casi entre gallos y medianoches, y como edecán y custodio del mismo, los medios hegemónicos fraguando toda decisión del invisible poder.
La imagen final, con un eterno Tato Bores, sosteniendo aquella frase que rezaba: “Pobre la generación que tenga que juzgar a sus propios jueces” cierra una obra auténtica e imprescindible.
“Rati Horror Show”, de “cuervos temibles y lustrosos”, según la denominación del gran Arlt hacia ciertos abogados, de testigos siniestros que caminan por la escena del crimen como pancho por su casa, de jueces y fiscales apurados por terminar y cerrar todo, omitiendo hasta lo más básico de horror geográfico y genuino, de contramarchas eternas, de dilación social y entrevero abrumador, de “Ratis” expuestos a la luz del día. Y del ex piloto de aviación, dando un mazazo letal a la conciencia.
Link para ver la obra:
https://youtu.be/_u4PcG8S0TI








